17 de mayo de 2011

SHUGENDO

El Shugendo o la vía de los poderes

Articulo de : Michel COQUET / Traducción: Jordi Vila Vila 

(http://mongaku.net/b/2009/11/13/el-shugendo-o-la-via-de-los-poderes/)

Japón posee dos religiones principales: el Shintoismo, que es la religión del estado, y el Budismo.
El Shintoismo es la más antigua. Es una auténtica religión, poco conocida, que hace hincapié en el respeto y la veneración a los dioses (Kami), entendiendo por dioses las fuerzas elementales superiores (sánscrito: Devas) que se encuentran en todos los elementos, en todos los reinos y en todas las formas. La mayoría de los ritos aspiran a controlar estas fuerzas. El hombre posee también esta fuerza y la espiritualidad del Shinto consiste en desarrollar estas potencialidades.

Para ello debe existir una armonía entre el Dios personal y los dioses (Kami). Esta armonía se realiza en lugares naturales, por lo que se da una gran importancia a los Kami de las montañas donde el hombre buscará su divinidad.
Por otro parte, tenemos el Budismo que puede clasificarse brevemente en tres grupos:
1. El budismo tradicional de las sectas de Nara.
2. La rama contemplativa del Zen.
3. El budismo tántrico representado por el Shingon y el Tendai.
Tanto el Shugendo como el Shingon, buscan el aislamiento dado su carácter ascético y esotérico. Su aparición no está claramente definida ya que desde siempre han existido en el Japón los ascetas independientes y solitarios que transmitían oralmente las técnicas. Algunas de estas técnicas son chinas como la Ommyodo, que es una técnica de longevidad física incluyendo la teoría del in/yo (yin/yang) y de los cinco elementos(GoDai). Parece ser que en los origines hubo una transmisión secreta pero ignoro de dónde procede, algunos Yamabushi afirman que viene de los Bodhisattva procedentes de la India y de China (Lohan). Las técnicas siguieron, sin duda, algunos ritos anímicos del viejo Shinto y fueron asimiladas fuertemente a las escuelas del budismo esotérico en el siglo VII.

En-no-gyoja
 Era necesario dar a estos ascetas un objetivo y una doctrina, y esto es lo que hizo En-no-gyoja llamado también: En-no-otsunu o En-no-ubasoku. Nació en el pueblo de Chihara en el distrito de Kami Katsuragi en Yamato, y a su nacimiento ya poseía la ciencia infusa. Calumniado por un discípulo celoso, fue exiliado por el emperador, pero su magia crecía mientras seguía practicando, dicen, la magia de Kujaku-myo-o. Enteramente liberado y realizado, se divertía en compañía de los huéspedes celestiales. A los cuarenta años, decidió vivir en una cueva, vestido con bejucos y comiendo resina de pino, elemento importante para los taoístas candidatos a la inmortalidad. Queriendo construir un puente que conectara el pico de Kimbusen en Yamato y el pico de Katsuragi, por medio de los espíritus elementales de la naturaleza (kijin), fue exiliado por el emperador Mommu (697-707) a la isla de Izu. Pero, libre de las contingencias materiales, se evadía todas las noches y subía al Monte Fuji donde practicaba sus ejercicios. Más tarde, se acercó divinamente a la corte y finalmente se convirtió en un espíritu puro, y voló a los cielos. En cualquier caso es a este adepto a quien siguen los shugenja.

En-no-gyoja era un adepto fuera de lo común. Se dice incluso que habría encontrado a Nagarjuna en una gruta del Monte Katsuragi, donde éste último le habría otorgado directamente la ley esotérica (nippo). Sin embargo, este adepto no creó ninguna escuela, sólo transmitió oralmente su conocimiento y fueron sus discípulos quienes comenzaron a estructurar los grupos para seguir sus directivas.
Todavía existen hoy numerosas montañas donde los shugenja se mantienen activos. Los dos sitios más populares son el Kimbusen en Yoshino y el Monte Ominé, a unos quince kilómetros más al sur. Sin olvidar también el de Dewasanzan situado al norte, más o menos integrado al Shinto. En-no-gyoja habría frecuentado el monte Kimbusen en los años 672-685 y habría construido un templo budista, el Kimbusen-ji.
El Shugendo adoptó un gran número de deidades del shintoísmo y del budismo esotérico Tendai y Shingon. Entre las más populares se encuentran Fudo-myo-o y Kongo-zao, la divinidad que custodia la montaña de Kimbusen, donde se cree que el futuro Buda Maitreya debe reaparecer. No obstante, ambas divinidades son manifestaciones de Buda y lo que motiva a los ascetas montañeses actualmente, además del desarrollo de los poderes psíquicos, es la adquisición de la budeidad.
Hacia finales del período Heian, el centro más activo era el de Kimbusen. Con el tiempo fue abandonado y sustituido poco a poco por el de Kumano que, mejor organizado, vio crecer su influencia. Dos ramas distintas empezaron a distinguirse. Los ascetas del Shugendo nunca fueron reconocidos como una secta, y muchos desordenes tuvieron lugar entre estas dos ramas que pelearon sin cesar. Entonces se tomó la decisión en 1612 y por intervención del Gobierno, que los ascetas de Tozan fueran integrados en adelante a la secta Shingon, y que los de Honzan dependerían de la autoridad de la secta Tendai.
Hacia el siglo XVII, el Shugendo se vio debilitado porque muchos shugenja  abusaron de su autoridad física y espiritual, observándose un aumento del charlatanismo entre los ascetas laicos. Sin embargo siguió existiendo una élite seria que afortunadamente, tenía por objetivo preservar el fondo tradicional, unido en el mayor de los secretos por una revelación iniciática que se remontaba más allá del reformador En-no-gyoja.
En 1800 el número de yamabushi era considerable y se contabilizaron cerca de 170.000. En nuestros días debe haber solamente unos 10.000. Los verdaderos ascetas son todavía más raros, viven aislados en las montañas y apenas existe la posibilidad de acercase a ellos, por otra parte se desconoce su número.

El peregrinaje 

El Shugendo es la búsqueda, por medio de ejercicios (shu), en gran parte mágicos, de poderes sobrenaturales (ken). El Shugendo es el conjunto de las normas que conviene seguir para llegar a tal fin.
A los ascetas del Shugendo se les llama: “Yamabushi” (literalmente: los practicantes que duermen en las montañas).
Cuatro veces al año, los yamabushi practican “la entrada a la montaña” (nyubu). Simbólicamente, consiste para los peregrinos en sufrir los tormentos de las diez vías del más allá con el fin de ser liberado después de la transición. Estos grandes peregrinajes en la montaña pueden durar quince días, un mes o más. Durante estos períodos de grandes ejercicios, el asceta, que ya se abstiene de carne y alcohol, y que mantiene una castidad absoluta, tampoco toma cereales. Sólo tiene derecho a algunas hierbas, hojas y resina de pino. Todo esto forma parte de la ascesis de la montaña (Sangaku Shugyo) del Shugendo. Otros ritos son todavía más severos, tales como los nueve días durante los cuales el asceta no debe ni moverse, ni dormir, ni beber, ni comer, ni hablar. Los ascetas solitarios que pasan uno o más inviernos en una cueva, apenas van vestidos. Este sufrimiento va a permitir al yamabushi superar su naturaleza humana y es también un medio de purificación de las deudas karmicas (las deudas incurridas en vidas pasadas) El sufrimiento es considerado como una liberación de aquello que aún se encuentra en el hombre y le impide acceder al estado de Buda. Todo esto será simbólicamente escenificado por la entrada a la montaña, una marcha que conducirá al hombre corriente de la oscuridad a la luz. Este viaje iniciático está marcado por diez etapas bien precisas. A lo largo del trayecto, los peregrinos rinden homenaje a divinidades tales como En-no-Gyoja o Fudomyo-o. Es una verdadera rueda de la vida en un único peregrinaje, ya que el peregrino busca realizar lo que el hombre ordinario debe alcanzar en varias existencias. Sólo la tradición del Monte Haguro ha perpetuado esta ascesis:
«En el monte Haguro el Jikkai shugyo tiene lugar en el nyubu de otoño. Los yamabushi deben realizar entonces prácticas y rituales que corresponden a cada una de estas diez vías.
Los suplicios del infierno están representados por el namban ibushi (ahumado de pimienta roja), durante el cual los yamabushi deben respirar las fumigaciones violentamente irritantes de la pimienta roja, quemada sobre brasas. Los dolores de los gaki son el hambre (ayuno de tres días) y los dolores de los animales la sed (privación de toda utilización del agua para los cuidados del cuerpo). El mundo de los ashura es el combate, por eso está representado por la lucha (sumô). La contribución de las faltas, en forma de una larga sucesión de postraciones de todo el cuerpo en el suelo, es la ascesis del mundo de los hombres. La del mundo de los dioses está representada por una danza cantada; la de los shomon es el ritual de la madera (originariamente era la recogida de la madera, que ahora se ha convertido en un simple rito), la de los engagu es el ritual del agua lustral. El mundo de los bodisatva está representado por el tokogatame, meditación de transmisión secreta. Por último, la vía de los buda es la ceremonia del kanjo, en la cual el yamabushi es consagrado buda en su cuerpo y recibe las transmisiones secretas, correspondientes al grado al que llegó durante la entrada a la montaña.
Al salir del nyubu y después de haber conocido los sufrimientos del más allá, el yamabushi renace con la naturaleza de buda.» (1) Ecole Pratique des Hautes Etudes /CE R.T. P.J. (Anne Marie Bouchy, Tokuhon ascète del Nenbutsu, p. 169-170.
El peregrinaje se realiza en un orden bien determinado. En cabeza un yamabushi abre el camino y lleva un hacha como atributo de su función. Le sigue el portador de la caracola y dos otros que llevan respectivamente un pequeño stupa y un cofre. Tras ellos va el director del peregrinaje, el sho sendatsu, luego los veteranos (doshu) y finalmente los neófitos (shinkaku).
El guía (sendatsu) es indispensable ya que sólo él puede dirigir sin riesgo, el peregrinaje a través de un frondoso bosque donde es muy fácil perderse o sufrir un accidente mortal (no es raro que la gente se pierda en estos bosques y muera de hambre y frío).
Excepto algunos raros ascetas yoguis que viven medio desnudos durante el invierno, el yamabushi va bien equipado. Vestido de blanco, tiene la frente cubierta por un pequeño “tokin” y en ocasiones lleva también una gran cofia protectora contra la lluvia y el sol, así como un abrigo de cáñamo (el suzukaké). Se reconoce fácilmente a un yamabushi por el pectoral que lleva, el kesa, adornado con seis borlas de color. Alrededor de sus riñones ata una piel de ante, el hishiki, que le sirve para sentarse y de aislante magnético durante la meditación, protegiéndole al mismo tiempo de la humedad. También usa polainas y sandalias de paja. El yamabushi no se separa de algunos objetos tales como el rosario (nenju) de 108 cuentas, un bastón de exorcismo (shakujo) y la caracola (hora) que le sirve para anunciar su llegada, localizarse y en definitiva para comunicarse a distancia gracias a un código secreto de sonidos. Llevan también un cofre portátil (oi), que contiene objetos religiosos o textos, por encima del cual se encuentra una caja más pequeña, el katabato. Y para finalizar, lleva en su mano el clásico bastón del peregrino.

Durante las meditaciones, los ascetas yamabushi deben identificarse a Fudo-myo-o, a Dainichi-nyorai o a Zaogongen. Los medios utilizados para esta identificación son los gestos mágicos (mudra), las recitaciones (mantras) y las oraciones (dharani), así como la visualización. Es por el poder de estas divinidades (inmanentes al psiquismo del asceta) que el yamabushi realiza rápidamente hazañas sorprendentes, lo que da lugar a concursos de poderes (genkurabé), tales como la invisibilidad, la telepatía, etc.… Hace unos diez años, tuve el privilegio de andar con los pies desnudos y junto a los yamabushi de Takao, sobre brasas incandescentes. Asimismo fui testigo del sorprendente espectáculo de una mujer yamabushi, ya mayor, que meditaba en una cuba de agua hirviendo. Otros suben una escalera formada por hojas afiladas de katanas, mientras que otros causan la muerte a un hombre y luego lo reaniman. Mientras otros yamabushi practican la levitación o la telequinesia.
La completa realización de un yamabushi consiste en tres etapas que renueva constantemente a lo largo de su vida:
1. La ascesis
2. La identificación
3. Las obras
La ascesis implica una retirada, una interiorización, para un duro período de ejercicios. La tercera etapa, al contrario, es una exteriorización en el mundo de los hombres, en la sociedad, con el fin de ayudar a los desheredados gracias a los poderes adquiridos. El yamabushi sobresale en el arte de curar, en el exorcismo, en la adivinación, etc. La identificación es el objetivo de la primera etapa y la condición de la tercera. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

de verdad me intresa mucho saber del shugendo ya que quiero aprender de el y poner en practica sus conocimientos

Makimon@ dijo...

Mira a ver si esto puede ser de ayuda ;)
https://www.facebook.com/pages/Shugendo/174366902597276